domingo, 28 de diciembre de 2008
Si tuviera que hablar de él no sé como empezaría... Podría comenzar contándoles de sus defectos o sus inseguridades, de su egocentrismo, de su peculiar manera de mirar la vida… Pero no valdría la pena, sus defectos para mi son perfectos: con el afán de querer cambiarlos pero a la vez no pretender modificar su esencia, porque así lo quise. Muchas veces pensé que las cosas no iban a funcionar y otras veces él fue quien no funcionó, o quizás, yo no pude ver como él funcionaba y veía mis inseguridades reflejadas en sus ojos. Otras veces aposte al cambio, a su cambio, al cambio de la relación, pero tampoco dio resultado. Llegué a suponer que el problema eran los desencuentros, las libertades… pero me demostraron que otra vez yo estaba en lo incierto. Sin saber más que pensar, supuse que todo estaba terminado, que ya no había más por hacer, que debía volver a cero totalmente, como dice la canción ‘volver a empezar’. Y ahí, justo en el momento en el que uno intenta rearmar las cosas y mirar adelante sin tener ganas de echar un vistazo hacia atrás, apareciste una vez más. Pero claro, si el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen, Así dicen, no? Esto es cerrar los ojos y volver meses atrás cuando todo volvió a empezar aquel otoño. Es querer apostar otra vez más a esto, queriendo creer que la tercera es la vencida. Es necesitar volver a confiar. Creer que la decepción está muy lejos, que es verdad nunca te fuiste complemente. Es creerte cada palabra, pero eso sería volver a caer? Es intentar ponerme firme, estableciendo las bases y condiciones desde el primer paso; pero que digo? Es tan ilógico, si ya fuimos y vinimos tantas veces… un paso adelante, tres hacía atrás, ocho paso juntos y otros tantos sin andar. Yo creo que todos pasamos por esto de sentir el deseo y la necesidad de estar bien pero con la duda de no saber si lo lograremos de esta manera, si no me desvié del camino o si la compañía no es la mejor para transitarlo tranquila. La importante no es llegar a la meta o al objetivo que nos ponemos, es más esencial la manera en cómo vivimos ‘el camino’ y la fuerza que ponemos al transitarlo. Hoy, cuando ya te habías hecho a un lado de mi ruta, volviste como vuelven las aves que se van unos meses a causa del invierno. Perfecto ejemplo para explicar tu partida: decidiste alejarte dejando en mí el más frío de los inviernos y volviste con la cálida brisa de la primavera, esa que uno tanto espera. Así fue como dejé que camines junto a mí unas cuantas cuadras y ahí estuvo mi gran error porque ahora no quiero que te vuelvas a ir, no estoy dispuesta a que seas la causa por la que frene mi viaje nuevamente; porque si la historia se repite y es otra vez la misma rueda no tengo fuerzas para transitarlo y menos para dejar de rodar.
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